NARRACIONES
DE UN DESCENDIENTE MAMBÍ
Durante
los días 21 y 22 del mes de diciembre de este año 2018 y como continuidad de
los trabajos arqueológicos que desarrollábamos en la zona de Barigua, decidimos
observar el estado de conservación de algunas de las cuevas con motivos
rupestres del zapote de Mandinga, con mucho trabajo nos intrincábamos en los
mas tupidos montes de estas peligrosas terrazas, en el trabajo visitamos y estudiando
cada una de las grutas que encontrábamos a nuestro paso. Una vez haber
terminado este necesario trabajo arqueológico, tomamos unos estrechos trillos
que de una manera descendientes y muy peligrosos nos conducían hasta el camino
que nos llevaría a la tienda del pueblo de Barigua, una vez haber dejado atrás
el Zapote de Mandinga. En nuestro andar sin esperarlo un señor ya entrado en
edad nos saluda y nos pregunta que en que andábamos y si podía ayudar en algo, nos
detuvimos para atenderlo ya que de muy buena gana quería ser solidario con
nosotros, conocimos después que este se llamaba Rafael Lores Romero, varias
horas dedicamos a escuchar por parte de este muchas anécdotas y cuentos pero
dentro de estas nos hizo algunas muy interesantes.
Como te decía mi nombre es Rafael Lores Romero,
tengo ya 98 años, soy descendiente de mambí y he servido durante años a nuestro
País, fui dirigente campesino, y hasta que muera estaré sirviendo a nuestra
causa. En una ocasión ya casi al triunfo de la revolución una tarde se aparecen
aquí a mi casa un grupo de maumau, ya que así le decían a los alzados que combatían
contra la dictadura de Fulgencio Batista, por un momento al ver tanta gentes
uniformadas, bar buces y con el pelo que la caía sobre la nuca y llenos de
collares, me puse algo nervioso pero después me di cuenta que eran
revolucionarios que como mi abuelo querían la independencia de Cuba. Un señor
de unos 45 años aproximadamente se me aproxima y después de un saludo
respetuoso, me dice mira no tenga miedo, yo soy Pablo Chacón quien está al
frente de estos combatientes, me presentó a uno por uno, luego se sonríe y me
pide que hacía falta que le preparara comida a la tropa ya que tenían muchos días
de estar por los montes y no habían comido nada, hice como este me pidió sin
pensarlo dos veces, los alzados que eran como 40, aprovecharon aquella comida
que con gusto entre mu mujer y yo preparamos, al terminar, Chacón se me
aproxima, me da las gracias y me entregó un manuscrito donde relataba con letras
escritas a mano un documento, donde describía el servicio que yo había
prestado, ese papel lo tengo aquí muy bien conservado y al final la firma de
Pablo Chacón. Mira Ordúñez te diré ahora la historia de mi abuelo, se llamaba Pedro
Juan Silverio Lores y era mambí, quien peleó en la guerra del 1895 el cual
tenía el grado de Alférez, era un hombre de estirpe rebelde, de una mirada
profunda y segura ante cualquier decisión, era muy respetado aquí en esta zona,
el estaba casado con mi abuela Elvira Romero quien le ayudaba en ocasiones en
sus asuntos como insurrecto, el toda las tardes venía aquí a mi casa y se
sentaba ahí donde tu está ahora y esperaba su taza de café, el que la tomaba en
esta taza de porcelana que conservo, mira tócala con tus manos para que vea
esta reliquia. Bueno como te decía mi abuelo atendía un grupo de 60
combatientes que luchaban contra España, ellos según el me contaba, se
dedicaban a producir alimentos para el resto de las tropas mambisas que
operaban en toda esta zona y para los familiares de estos guerreros que estaban
en la manigua. Este regimiento que dirigía mi abuelo respondía al barrio
Guandao, cuartón Barigua. Según me contó, el se enfrentó en varias ocasiones a
los españoles causándoles varias bajas, cerca de aquí en una ocasión los españoles
lo sorprenden y atacan el regimiento y se formó tremenda balacera, mi abuelo
Silverio escapa con su gente tomando por todo estos trillos del Zapote de
Mandinga, este por poco es alcanzado por una bala que salió del rifle del coronel
español que venía al frente del regimiento, pero valga que el tenía tremendo
reflejo y logra esquivarse a aquel petardo, la bala fue directo entonces a una
de esas palmas del Zapote y allí está enterrada, yo la vi con mis propios ojos,
y no solo yo sino mucha gente de aquí. En otra ocasión otro jefe Mambí llamado
Bernavé Sánchez vino a visitar a mi abuelo para darle instrucciones del mando
superior pero es sorprendido por una columna de voluntarios, le dan la voz de
alto pero Bernavé cogió cuesta arriba buscando el zapote y los españoles detrás
de el, cuando ya casi lo tenía cercado, se lanzó por ese precipicio que está
cerca de la cueva de la lechuza y imagínate quien se tira por esa cuesta no
chace el cuento, pues Bernavé al tirarse dejo una columna de humo en su caída y
un estruendo muy grande, por el ruido en su caída y por los tiros de los
españoles, quienes al no ver ningún movimiento ni ruido que delatara al
aguerrido mambí lo dieron por muerto, a los pocos días una vecina de aquí de
Barigua lo encontró muy mal herido y le dio atención hasta curarle. Terminada
la guerra de independencia mi abuelo regresa y comienza a sus labores normales
aquí en estas tierras hasta morir, a nosotros, a casi toda la familia, el
gobierno republicano después nos dio una pensión por lo que representó mi
abuelo, pensión que se le dieron a muchos de los familiares de aquellos
insurrectos que lucharon por la independencia de Cuba.
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